Después de un mes centrados en el estudio del liberalismo en la España del XIX vamos a pasar a comentar algunos textos referidos a esa etapa de la historia. Recordad lo que hemos comentado en clase acerca de la estructura de vuestros comentarios. Espero que los que aquí vaya colgando os puedan servir para entender un poco mejor todo lo trabajado en el aula.
Me parece interesante que vayáis haciendo una colección de comentarios de compañeros, de otras webs y, por supuesto, de lo trabajado en clase. Se trata de buscar originalidad además de rigor histórico.
Os dejo el comentario de vuestra compañera Alejandra Custardoy sobre el Político-Militar:
Se trata de un fragmento del ensayo de historia política titulado “El político
militar” escrito en Madrid en 1979 por el historiador Salvador Madariaga. Es por
tanto un ensayo crítico e historiográfico, que se refiere al papel de los
militares y su implicación política en la España del siglo XIX.
El texto trata
del perfil de Narváez tomándolo como prototipo de político-militar
intervencionista en el reinado de Isabel II. La intención es denunciar “lo que
ha sido la maldición de España en los tiempos modernos”. Ramón García Narváez
(1800-1868) participó en la primera Guerra Carlista. Se consolidó como jefe del
Partido Moderado y entre 1844-1868 fue presidente del Consejo de Ministros. Su
política oscila entre el apoyo al liberalismo moderado y la reacción a cualquier
progresista. Fue un apoyo para Isabel II.
Según el texto, la formación
intelectual del militar es castrense. Su interés en política lo suscita su gran
autoestima y arrogancia. Considera que los métodos del cuartel sirven para la
sociedad. Desprecia la libertad de prensa. Impone ideas por la fuerza, no tiene
ningún programa político y desprecia los valores como la libertad o la
religiosidad. Como se ve en la frase “No tengo enemigos, los he fusilado a
todos” al final del texto.
La presencia activa de los militares en la vida
política de España ya se daba en el siglo XVIII cuando los capitanes generales
gozaban de amplios poderes comparables con los de la nobleza y el clero. Sin
embargo, el procedimiento de intervención armada denominado pronunciamiento
comenzó en la primera mitad del siglo XIX. Los pronunciamientos fueron
sublevaciones protagonizadas por grupos militares con un jefe. Pretendían
provocar un cambio de gobierno mediante la fuerza y contaban con apoyo civil. Se
ven reflejados en las Guerras de Independencia (1808-1814) y Carlista
(1833-1839). El general Espartero (progresista) y el mencionado en el texto
Narváez (moderado) son los ejemplos más populares de militares y políticos
intervencionistas del XIX, que ocuparán la presidencia del gobierno junto a
O’Donnell durante el reinado de Isabel II. Juan Prim y Francisco Serrano lo
serán en el Sexenio Democrático. El fundamento de los pronunciamientos era el
siguiente: ante el descontento con el gobierno comenzaba una conspiración entre
militares y elaboraban un manifiesto. Si el pronunciamiento triunfaba el gobierno
cambiaba, sino se procedía a la represión, fusilamiento o exilio de los
organizadores.
Los cambios de gobierno destacados debidos a pronunciamientos
son: Trienio liberal (Coronel Riego en Cabezas de S.Juan 1820, progresista),
Golpe de Los Sargentos en La Granja (1836 para aplicar la Constitución de 1812
durante la Regencia de Maria Cristina), Década moderada (Narváez, moderado 1844)
y Bienio progresista ( O’Donnell, progresistas y unionistas en Vicálvaro
1854).
La intención del texto es explicar la importancia de los
pronunciamientos en la figura del general Narváez, y la implicación del ejército
con apoyo civil en los cambios de gobierno a lo largo de la historia
contemporánea española. Aunque durante el siglo XX fueron un hecho que se
sucedió en repetidas ocasiones, hoy en día se ha superado esa implicación del ejército a la vida
política gracias a la Constitución de 1978.