martes, 26 de febrero de 2013

La dictadura de Primo de Rivera


Este es el último de los temas a desarrollar que entran para este examen de la segunda evaluación. Espero que complemente la información resumida sobre el tema en vuestro libro de texto. Recordad también que el resto de los contenidos de los temas estudiados hasta ahora aparecen como contexto de los comentarios de texto que también os entran para este examen. Ánimo y a por todas...


En un contexto de crisis social y política (crisis del sistema de la Restauración iniciado por Cánovas del castillo en 1876), el 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, protagoniza un golpe de estado aceptado por el monarca y parte de la opinión pública. Era una época de inestabilidad económica y social, donde las huelgas y las acciones violentas contra los sindicatos, como el pistolerismo, eran habituales. Los partidos turnistas proporcionaban débiles gobiernos, que rápidamente entraban en crisis.

Alfonso XIII aceptó rápidamente un Directorio Militar presidido por Primo de Rivera, quien suspendió de régimen parlamentario constitucional, transformándose así el antiguo estado liberal en una dictadura que fomentó el desarrollo económico y mantuvo la paz social, a cambio de paralizar la Constitución y otras leyes, prohibir la actividad política y sindical y controlar la prensa. El intento posterior de establecer un Estado corporativista apoyado en un partido único, a imitación del modelo fascista, fracasó. Y produjo una crisis política que, tras acabar con Primo (que dimite el 28 de enero de 1930), desprestigió al rey Alfonso XIII y allanó el camino a la II República, que llegaría en abril de 1931.

El desastre de 1898 (la pérdida de Cuba y Filipinas) había producido una conmoción general en el país. El regreso de todos los altos cargos militares al país produjo una situación conocida como macrocefalia militar, por la que había demasiados altos cargos para la cantidad de soldados con la que contaba el ejército. Entre la subida al trono de Alfonso XIII en 1902 y la proclamación de la Segunda República, una nueva generación de políticos y nuevos movimientos sociales (republicanismo, obrerismo, nacionalismo) irrumpieron en la vida española. Entre 1898 y 1912, los partidos dinásticos (conservador y liberal), con sus dirigentes principales, Antonio Maura y José Canalejas, intentaron una modernización del sistema, todo ello con un trasfondo de crisis económica. El problema colonial de Marruecos y el impacto de la Gran Guerra agudizaron los conflictos (la triple crisis de 1917, parlamentaria, militar y obrera). Primo de Rivera y los sectores que le dieron apoyo (militares, monarquía y políticos cercanos a ella y parte de las clases dirigente decimonónicas) defendieron su acción como una solución para poner fin a la crisis política y a la conflictividad social que atravesaba el país. Para los golpistas, entre las razones que justificaban la necesidad de cambiar la situación hay que destacar la inestabilidad  y el bloqueo del sistema político parlamentario, así como su desprestigio derivado del continuo fraude electoral. En la decisión de Primo de Rivera, así como en el apoyo del ejército y el rápido plácet del rey, también se baraja la posibilidad de que influyera el deseo de evitar que las Cortes exigieran responsabilidades por los hechos de la guerra de Marruecos, el desastre de Annual (expediente Picasso). Incluso algunos historiadores sostienen que el último gobierno de concentración de Restauración (el de García Prieto) pretendía una reforma profunda de la Constitución y de la Ley Electoral, así como la limitación de los poderes del rey. Cerrando el parlamento, se impedía este intento de renovación.


La dictadura de Primo de Rivera atravesó dos fases sucesivas. Hasta 1925 gobernó el Directorio Militar cuyos miembros eran militares, pero a partir de ese año, el gobierno dictatorial incluyó entre sus ministros a personalidades civiles, como José Calvo Sotelo. Se pasó entonces al Directorio Civil.

En su manifiesto inaugural, Primo de Rivera, “el cirujano de hierro”, anunció, con un lenguaje regeneracionista, su voluntad de limpiar el país de caciques y de acabar con “el bandidaje político”, la “indisciplina social” y las amenazas a la unidad nacional. 

Las primeras medidas del Directorio Militar mostraron su carácter dictatorial: supervisión del  régimen constitucional, disolución de las cámaras legislativas, cese de las autoridades civiles, prohibición de las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos, supresión del limitado autogobierno catalán, etc. Todo ello fue acompañado por la militarización del orden público y por una represión del obrerismo más radical (anarquistas, que en 1927 crean la F.A.I.). Asimismo, como una de las intenciones del dictador era eliminar el caciquismo, se elaboró un Estatuto Municipal y otro Provincial. La regeneración prometida quedó no obstante en una gran farsa, ya que se suspendieron todos los mecanismos electorales y la renovación política se limitó a sustituir unos caciques por otros.

Durante la primera etapa de la dictadura, el conflicto de Marruecos centro el interés de Primo de Rivera. En colaboración con Francia, se organizó el desembarco de Alhucemas (1925), que se saldó con gran éxito y la derrota de Abd el Krim.

 A partir de 1926, se fue abandonando la idea de una dictadura transitoria tras la que se volvería al régimen constitucional, y Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen para darle continuidad y permanencia. La influencia del fascismo italiano fue muy clara. El camino hacia un régimen autoritario comenzó con la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva (1927). El sufragio universal quedó totalmente relegado al olvido.

Previamente, en 1924, se creó un partido único gubernamental que se llamó Unión Patriótica, cuya misión era proporcionar soporte social a la dictadura y seguir las directrices del poder. El somatén (a imitación de su modelo catalán) había de garantizar la seguridad pública.

Desde el punto de vista económico, la dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional, iniciada en los felices “años veinte”. La idea rectora fue la nacionalización de importantes sectores de la economía y el aumento de la intervención estatal. El Estado tuvo un protagonismo notable gracias al fomento de las obras públicas (ferrocarriles, carreteras, planes hidroeléctricos…).

Así, el gobierno aprobó el Decreto de Protección de la Industria Nacional, que preveía la concesión de ayudas estatales a las empresas que podía competir con el exterior. También se concedieron grandes monopolios, como la compañía Telefónica Nacional de España, o la compañía Campsa (petróleo y derivados). Todo ello fue financiado mediante presupuestos extraordinarios, de forma que el presupuesto ordinario del estado cada año parecía equilibrado, pero se iba acumulando una gran deuda extraordinaria. En la agricultura se promovió el regadío a través de la creación de las Confederaciones Hidrográficas.

Para poner en marcha un modelo de regulación del trabajo, se creó la organización Corporativa Nacional, a imitación del fascismo italiano, que agrupaba a patronos y obreros en grandes corporaciones (sindicalismo vertical) y regulaba los conflictos laborales a través de los Comités Paritarios.

La oposición a la dictadura estuvo integrada por algunos líderes de los partidos dinásticos, los republicanos, los nacionalistas (Estat Català, de Maciá), los comunistas (ilegales), los anarquistas, determinados sectores del ejército y casi la totalidad de los intelectuales. Los socialistas se van incorporando también poco a poco a la oposición. Los antiguos partidos del turno criticaron la excesiva duración del régimen e incluso se realizaron conspiraciones militares como el complot de la “sanjuanada”, en junio de 1926.

La creciente oposición al dictador se intensificó cuando el rey y su camarilla se convencieron de que la dictadura era un peligro para la permanencia de la monarquía. En esta tesitura, el rey optó por retirar su confianza en Primo de Rivera, quien acabó dimitiendo el 30 de enero de 1930. El general Berenguer fue el encargado de sustituirle, con la misión de celebrar unas elecciones que permitieran retornar a la normalidad constitucional, aunque se mantuvieron muchas formas anteriores (dictablanda). La oposición comenzó a organizarse y, acordaron la firma conjunta del Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), un programa para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que debería convertirse en el gobierno provisional de la futura república. Berenguer fue incapaz de preparar elecciones y, en febrero de 1931, fue sustituido por el almirante Aznar, que inició unos comicios establecidos a tres niveles: municipales, provinciales (diputaciones) y legislativos. El gobierno decidió convocar las elecciones municipales en primer lugar, al considerarlas las menos peligrosas para la monarquía, y las fijó para el 12 de abril de 1931. Se intentaba volver a la normalidad, pero Alfonso XIII se había comprometido excesivamente con la dictadura y las elecciones se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía.

El resultado de las elecciones del 12 de abril dio la victoria a las fuerzas republicanas en la mayoría de las grandes ciudades. Ante esta situación, el rey Alfonso XIII renunció a la Corona, abandonó España y el 14 de abril se proclamó la República, poniendo fin a la Restauración borbónica.

En conclusión, en un contexto internacional temeroso de las revoluciones bolcheviques y proclive a la dictadura – e incluso al fascismo, que sube al poder en Italia en 1922-, el gobierno de Primo de Rivera supone un intento de salida autoritaria a la crisis del sistema de la Restauración que fracasa por la rápida pérdida de apoyos y la falta de un partido de masas ideologizado al estilo fascista dispuesto a seguir las consignas del líder. A esto se unirá el carácter del propio dictador, más cercano al populismo protector que a un dictador fascista.

No obstante, la propia acción de la dictadura frente a republicanos, anarquistas, nacionalistas y el mundo universitario unido a la colaboración posterior de los socialistas, facilitaron el despegue de los movimientos políticos de la oposición que jugarían un importante papel en el periodo republicano posterior.



lunes, 25 de febrero de 2013

La Restauración


Aquí os dejo el tema del sistema político de la Restauración en su versión "oficial" u "oficiosa". la mayoría de los profesores coincidimos que el tema tiene que centrarse solo en el siglo XIX, pero en esta versión os da una visión algo más ampliada hasta la España de Alfonso XIII que os puede ser bastante útil. Un tema muy completo que analiza también a los partidos de la oposición al sistema de turno dinástico ideado por Cánovas del Castillo.


El sistema político de la Restauración y los elementos opositores al mismo

Conocemos como Restauración el período histórico que va desde 1875 hasta 1931 (aunque algunos historiadores consideran que terminó en 1923, con la dictadura de Primo de Rivera) y que se caracteriza por el regreso de los Borbones al trono español tras la ruptura (dinástica y política) que supuso el Sexenio Democrático (1868-1874). Podemos dividir esta etapa en tres fases, aunque aquí nos centraremos en las dos primeras:
- Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
- Regencia de María Cristina (1885-1902)
- Reinado de Alfonso XIII (1902-1931)

ORIGEN:
El 1 de diciembre de 1874 Martínez Campos realizó un pronunciamiento en Sagunto con el que se puso fin al Sexenio Democrático. La situación de la primera República - aunque ya bajo el control de Serrano- era todavía muy inestable, y la mayoría de la clase política más conservadora consideró que Alfonso, el hijo de Isabel II (en este momento, exiliado en Gran Bretaña) debía ser el lógico sucesor. Este hecho se asentó en el Manifiesto de Sandhurst, elaborado por Cánovas del Castillo y apoyado por el ejército, la alta burguesía o la aristocracia, que veían en la restauración borbónica una mayor estabilidad política ante la situación existente (problemas en Cuba, Tercera Guerra carlista, revueltas populares...). Cánovas propuso como modo de gobierno estable una monarquía constitucional fuerte y un sistema político bipartidista (conservadores/fusionistas o liberales). 

PRINCIPIOS POLÍTICOS:
○ Conservadurismo: liberalismo doctrinario (defensa del orden, propiedad privada, etc.) aunque acepta el reformismo.
○ Defensa del catolicismo.
○ Fidelidad a la monarquía.
○ Rechazo a la democracia (conduce al anarquismo y la revolución social), aunque aceptará el sufragio universal masculino.
○ Freno a la participación militar en política, típica de épocas precedentes.

CONSTITUCIÓN DE 1876:
Esta constitución pretendía contentar al mayor número de partidos posible (desde republicanos hasta carlistas) por lo que Cánovas realizó una fusión de la Constitución de 1845 y la de 1869, aunque con predominio de las ideas conservadoras. La Constitución estuvo vigente hasta 1931 y sus principales características son: 
○ Se vuelve al sufragio censitario hasta 1890, cuando el gobierno liberal aprobó el sufragio universal masculino.
○ Soberanía compartida Cortes-Rey
○ No existe la separación de poderes: la monarquía actúa como árbitro en la vida política, ya que tiene poder ejecutivo y legislativo.
○ Sistema bicameral: Senado (elegido mayoritariamente por la Corona) y Congreso de Diputados (elegido por sufragio).
○ Estado confesional católico con libertad de cultos.
○ Derechos reconocidos en la Constitución de 1869, aunque su concrección se remitía a leyes posteriores.

ALTERNANCIA DE PARTIDOS:
Cánovas propuso un sistema en el que existían dos grandes partidos (el conservador y el liberal) que se turnaban en el poder, de manera que existía un turno pacífico que aseguraba la estabilidad institucional. A pesar de esta alternancia, los partidos se centraban en alcanzar el poder, más que en elaborar programas políticos. Este sistema evitaba por fin la intromisión militar a base de pronunciamientos (a cambio se otorgó al ejército una mayor autonomía, además de un gran presupuesto).

LOS PARTIDOS DINÁSTICOS:
El partido Alfonsino (liderado por Cánovas del Castillo) evolucionó a Partido Liberal-Conservador tras el regreso de Alfonso XII. Agrupaba a los sectores políticos con una ideología más conservadora, por lo que terminó llamándose Partido Conservador. 
Por otro lado, se formó un partido progresista mediante la unión de unionistas, progresistas y algunos republicanos moderados. Este partido se denominó Partido Liberal-fusionista (más tarde solo Liberal) y su primer líder fue Sagasta.
La manera de actuar de ambos partidos era bastante similar, no podían aprobar leyes muy radicales puesto cuando el otro partido llegara al poder derogaría todas estas leyes. Sus ideas eran bastante similares (Monarquía, Constitución de 1876, centralismo, propiedad privada...) pero diferían en el sufragio (los conservadores defendían el sufragio censitario y los liberales el universal masculino) o en el papel de la Iglesia (los conservadores defendían la Iglesia y el orden social y los liberales buscaban un estado laico y más progresista). Tanto conservadores como liberales eran partidos muy minoritarios, de notables, que se apoyaban en la clase media acomodada y la alta nobleza.
En 1885, tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, para garantizar la estabilidad de la Monarquía y del sistema de la restauración en la Regencia de María Cristina (el gobierno pasa a manos liberales, pero a cambio de respetar el turnismo pacífico).

FALSEAMIENTO ELECTORAL:
Para garantizar el triunfo del turno pacífico, fue necesario manipular el proceso electoral. Cuando un partido en el poder se desgastaba y perdía la confianza del rey y de las Cortes, era destituido por el monarca que nombraba jefe de gobierno al líder de la oposición, quien se encargaba de convocar nuevas elecciones a Cortes. Aquí jugaron un papel importante los caciques, que eran personas importantes, (generalmente en el medio rural) que se encargaban de dirigir los votos hacia el partido que les interesara (muchas veces a cambio de beneficios para las zonas receptoras de votos).. Se falsificaban los censos (se incluía a personas muertas o se impedía votar a algunas vivas) o se manipulaban los resultados. El conjunto de trampas electorales es conocido como pucherazo. El caciquismo se desarrolló en toda España, pero destacan las zonas de Andalucía, Galicia y Castilla. También hay que destacar el encasillado, por el que ya se decidía antes de las elecciones quién iba a ganar cada escaño.

OPOSICIONES AL SISTEMA:
Al implantarse la Restauración, numerosos grupos políticos rechazaron este sistema al quedar excluidos al acceso al poder. El rechazo se produjo por parte de republicanos, carlistas, nacionalistas y el movimiento obrero. 

○ Republicanos: estos se encontraban divididos en diferentes grupos, pero a pesar de esto, representaban la oposición más fuerte:
-Republicanos posibilistas: el creador fue Emilio Castelar, fueron adoptando una postura moderada y comenzaron a aceptar a la monarquía.
-Republicanos progresistas: su representante fue Luis Zorrilla, era un republicanismo mas radical y rechazan totalmente a la monarquía.
-Republicanismo centralista: su representante era Nicolás Salmerón, este partido surge tras la ruptura con el radicalismo del partido republicano progresista.
-Republicanismo federal: su lider era Pi i Margall, fue el grupo mas organizado y se unió a veces con el movimiento obrero en la defensa de la mejoría de las condiciones de trabajo.

○ Carlistas: Tras la derrota militar carlista en 1876, esta ideología se reorganizó como partido político y comenzó a tomar parte en las elecciones. Juan Vázquez de Mella elaboró el Acta de Loredan donde se aceptaba el régimen liberal, pero se defendía la unidad católica, el autoritarismo, el fuerismo y la oposición a un sistema democrático. Los carlistas intentaron varias insurreciones en 1899 y 1900 pero todas fracasaron. Fundaron una milicia conocida como Requeté, que cobró importancia a partir de 1930. Sufren la competencia de los católicos integristas y de los nacionalistas vascos.

○ Movimiento obrero: el gobierno de Sagasta en 1881 permitió, con la aprobación de la Ley de Asociaciones, la vuelta a la acción legal del movimiento obrero, dividido en dos tendencias diferentes: el socialismo y el anarquismo:
- Socialistas: Pablo Iglesias funda el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en 1879 y la UGT (sindicato socialista) en 1888. Se enfrentaba a la clase burguesa y buscaba apoyos en el sector obrero más especializado. No tuvo una gran difusión debido a los escasos obreros industriales que había en España. En 1910 se acordó una coalición electoral republicana-socialista, con la que consiguieron su primer diputado.
- Anarquistas: Anselmo Lorenzo es considerado como “padre del anarquismo español”. Este grupo consiguió un mayor número de seguidores durante la Restauración, ya que atrajo a gran número de campesinos. El sindicato más importante se fundó en 1910 y fue la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), aunque también hay que citar una rama que preconiza la violencia (la Propaganda por el Hecho, como el asesinato de Cánovas o la bomba del Liceu). 

○ Nacionalismos y regionalismos: son políticas contrarias al uniformismo y centralismo típicos del liberalismo español; inicialmente se desarrollaron en Cataluña, País Vasco y Galicia, pero acabaron extendiéndose hasta Valencia, Andalucía y Aragón (regionalismos):
- Nacionalismo catalán: este movimiento surgió tras el crecimiento económico provocado por la industrialización de Barcelona; se había creado un grupo de empresarios burgueses que defendían una política proteccionista. A esto tenemos que sumar la Renaixença, movimiento que defendía la recuperación
del catalán y de la cultura tradicional de esta zona. De estos movimientos surge el catalanismo político, que elaboró las Bases de Manresa (1892) donde se proponía la existencia de un poder catalán. En 1901 se crea la Lliga Regionalista de Prat de la Riba.
- Nacionalismo vasco: surgió a raíz de la defensa de la lengua vasca, la pérdida de los fueros y el deseo de defender sus tradiciones frente al centralismo liberal y el impacto de la Revolución industrial. Este movimiento fue denominado euskaros. El representante más importante fue Sabino de Arana, quien fundó el
PNV (partido nacionalista vasco) en 1895.
- Nacionalismo gallego: se le denominó galleguismo y su carácter fue básicamente cultural. Cobró importancia debido a una corriente literaria denominada Rexurdimiento, cuya mayor representante es Rosalía de Castro. La restauracion fue la peor época para este nacionalismo, ya que Galicia estaba muy atrasada económicamente y esto provocó la emigración de un gran número de gallegos.
- Independentismo cubano. Al inicio de la Restauración se consiguió acabar con la Guerra de los Diez Años (Paz de Zanjón, 1878), pero el retraso o incumplimiento de las reformas prometidas provocaron nuevos conflictos, en especial la insurrección de 1895 liderada por Martí (Grito de Baire, 1895).

VALORACIÓN HISTÓRICA:
La restauración borbónica se implanta en España con el claro objetivo de lograr por fin un período pacífico, en el que se eliminara por fin la participación militar en política: la Constitución de 1876, la Monarquía y los partidos dinásticos eran la clave del nuevo sistema. Sin embargo, la paz y estabilidad conseguida conllevaron una gran pérdida de libertades y derechos, dado que se sustentaba mediante un sistema antidemocrático, en el que a pesar de que existen elecciones con un sufragio censitario (o universal a partir de 1890), estas carecían de sentido pues el sistema electoral era claramente fraudulento. Se trataba, realmente, de crear un régimen político oligárquico compartido por todos los sectores burgueses y asegurarse la exclusión de las clases bajas de la vida política.

Con el paso del tiempo, los dos partidos hegemónicos se fueron descomponiendo y no fueron capaces (o no quisieron) dar entrada a las nuevas fuerzas emergentes, como el obrerismo o el nacionalismo, que pudieran ensanchar las bases del sistema. Por otro lado en 1898 los militares españoles fueron derrotados en la Guerra con Estados Unidos y esto supuso la pérdida de las pocas colonias que se conservaban y una fuerte crisis moral. La incapacidad del Régimen para renovarse y modernizarse (a pesar de las reclamaciones del regeneracionismo y de las fuerzas políticas excluidas) y nuevas crisis (1909, 1917) acabaron propiciando la solución militar (Golpe de Estado de Primo de Rivera, 1923). El compromiso de la propia monarquía con la Restauración provocó su caída en abril de 1931.





martes, 19 de febrero de 2013

Liberalismo "oficial"

Esta es la versión "oficial" del tema desarrollado del liberalismo. A diferencia de lo comentado en clase este tema se centra en las opciones políticas del liberalismo del siglo XIX en España y las principales características ideológicas de los partidos políticos que giran alrededor.


1.     Ideario del liberalismo

Esta nueva ideología  surge en el siglo XVIII a partir de las ideas de la Ilustración y del liberalismo económico y pretende derribar los principios del Antiguo Régimen.

Ideológicamente: Plantea la existencia de libertades inalienables al individuo (de ahí el nombre de liberalismo), la pluralidad de ideas, la opinión libre y la tolerancia.

Políticamente: No existe autoridad soberana absoluta. Se reconoce al ciudadano con plenos poderes frente al vasallo del Antiguo Régimen.

División de poderes. El inglés Locke plantea este principio y Montesquieu  lo desarrolla, dividiendo los poderes en: Ejecutivo, recae en gobierno y rey; Legislativo en las Cortes o Parlamentos  y  Judicial, en los jueces.

El concepto de soberanía como origen del poder y de la ley, recae en la representatividad del pueblo o Nación (Soberanía Nacional), que marca la pluralidad de ideas en un sistema de elección basado en el sufragio (inicialemente, censitario, o bien universal  masculino.

           La idea de Nación se identifica como el conjunto de ciudadanos con una trayectoria histórica común, lengua, territorio, cultura, etc, y que políticamente se articulan en un territorio y en una serie de leyes comunes para el conjunto del Estado (“Estado-nación”).

Las leyes comunes para la Nación-Estado, se articulan en una Constitución, o código supremo, que contempla la forma política del país, el funcionamiento de sus instituciones y los deberes y derechos de los ciudadanos. Se aprueba y redacta tras un proceso a Cortes Constituyentes.

La pluralidad de ideas se refleja en la aparición de partidos políticos, agrupaciones que reúnen a individuos de la misma o parecida opinión y que influyen en la opinión pública. Existe un partido que realiza el gobierno y otro que hará la oposición según la representatividad obtenida mediante el sufragio.

         A nivel Institucional el Estado racionaliza y regulariza las leyes y organismos marcando la igualdad civil de los ciudadanos: La ldey es única, igual y funcional para todos. Se incide preferentemente en la idea del centralismo y la igualdad y uniformidad de los territorios del Estado-Nación (por ejemplo, la división del territorio nacional en provincias). La igualdad llega también a otros niveles, como la educación o el ejérciro (servicio militar obligatorio).

  

Socialmente se suprimen los estamentos, basados en la existencia de privilegios y diferenciación social por nacimiento. La igualdad basada en el principio de dignidad es común para todos los hombres. Esto se aplica en lo fiscal y lo legal.

            La nueva sociedad se divide en clases sociales, de ahí que se denomine sociedad de clases. Es una sociedad abierta, no cerrada como en el Antiguo Régimen.

La capacidad económica, cultural y modos de comportamiento y no el privilegio marcan ahora la diferencia social, existiendo la posibilidad de ascenso social según las capacidades del ciudadano. Las diferencias económicas se mantienen ( incluso aumentan en relación a su dedicación profesional y nivel de renta) desarrollándose el clasismo diferenciador (por ejemplo, sufragio censitario, o pago para evitar ir al servicio militar) ; pero en teoría, todos los ciudadanos son iguales ante la ley.

No se rechaza la  religión, pero se tiende a limitar el poder económico de la Iglesia e incluso se desarrolla el anticlericalismo en algunos sectores.

El principio del liberalismo se aplica también en lo económico, es el liberalismo económico (teorizado por Adam Smith en el s.XVIII). Según esta teoría económica, las ideas que priman son la “ley de oferta y demanda” y la no interferencia del Estado en asuntos económicos. Se demanda una propiedad libre y plena y una economía desarrollada de forma natural. Para ello se plantea la libre competencia en las condiciones de producción y circulación de bienes, aboliéndose los monopolios del A.R. y los gremios. Se organiza la producción económica en la obtención del capital (capitalismo). La propiedad de bienes y medios de producción deben ser privadas y sin trabas que impidan su venta. Las propiedades vinculadas (que no pueden ser vendidas) y mal aprovechadas deben ser desamortizadas.


2.     El liberalismo en España. Corrientes

           En España la crisis de la monarquía absoluta, que se arrastraba desde las últimas décadas del siglo XVIII (Reinado de Carlos IV), desembocó entre 1808 y 1843 en la implantación de un régimen liberal no democrático.

            A lo largo de esos años, en un contexto de guerras y revolución, se fraguó el Estado liberal y se modificaron los fundamentos de la sociedad estamental. Este proceso se denomina revolución liberal y representó un cambio político y social respecto a las estructuras del Antiguo Régimen.

           La guerra de la independencia entre 1808 y 1814 contra Napoleón, precipitó  la crisis política interna de la monarquía absoluta y abrió el amino a propuestas de reforma de las viejas estructuras políticas y sociales mediante la convocatoria de las Cortes Generales y Extraordinarias en 1809 por la Junta Suprema Central como única salida al vacío de poder existente.

          De estas Cortes, continuadas en Cádiz (1810-1813), surge el primer liberalismo español, cuyo mejor reflejo lo tenemos en la Constitución de Cádiz de 1812 o los decretos de supresión de señoríos, gremios o Inquisición Esta obra política  influye de manera decisiva en el desarrollo del liberalismo y del constitucionalismo español durante la primera mitad del siglo XIX, hasta el afianzamiento del modelo liberal español.

El conflicto entre absolutismo y liberalismo se desarrolló durante el reinado de Fernando VII (1814-1833). La victoria de una u otra posición permite distinguir tres etapas: el sexenio absolutista (1814-1820), el trienio liberal (1820-1823), que restablece la obra de Cádiz, y la década ominosa (1823-1833).


La construcción del sistema liberal se consolida durante el reinado de Isabel II (1833-1868). Ante la minoría de edad de Isabel II (que tiene tres años cuando hereda el trono)  el poder cayó en manos de regentes: Maria Cristina  (1833-1840) y el general Espartero (1840-1843) que necesitan el apoyo liberal para sostenerse.

La monarquía  tendrá un papel político decisivo en la trayectoria del nuevo Estado liberal. A la corona  se le atribuyen importantes poderes ejecutivos y una amplia  participación en el legislativo al poder  alterar la vida parlamentaria, haciendo uso y abuso de la facultad ilimitada de la Corona de nombrar y destituir ministros, convocar, suspender y disolver las Cortes. Para gobernar lo importante era la confianza de la Corona, que apoyará en especial a los  ministros moderados.

El poder legislativo es bicameral (Congreso o cámara baja y Senado o cámara baja). El sistema electoral se basa en el sufragio censitario masculino. (sólo puede votar entre el 1 y el 2.5% de la población), pero el sistema parlamentario era una falsedad, dada la intervención sistemática del gobierno en las elecciones.

El liberalismo español está dividido en la dos tendencias, ya manifestadas durante el Trienio Liberal (doceañistas y veinteañistas) durante su lucha contra el absolutismo. Ahora denominados moderados y progresistas, consolidan el constitucionalismo en España, junto con otros partidos (Unión Liberal, Demócratas y Republicanos.)

        No se trataba de formaciones políticas (como en el siglo XX) sino de incipientes partidos de notables que carecían de organización permanente y disciplina interna. , organizados en torno a un grupo parlamentario, prensa particular, algunas personalidades ilustres o  algunos principios básicos.

a) Los moderados defienden lo que se denomina el liberalismo doctrinarioSon partidarios de conciliar los cambios políticos y sociales de la revolución liberal con la tradición histórica representada por dos instituciones fundamentales: el Rey y las Cortes; por ello rechazan el principio de soberanía nacional defendiendo el de soberanía compartida (rey-cortes).

Para ellos la libertad supone la defensa de la seguridad de las personas y de los bienes y de la propiedad privada, y por lo tanto incidieron en los principios de autoridad y de orden. Y redujeron el derecho al voto a una minoría de propietarios (1% del electorado). Defienden un Estado centralista  y confesional católico.

Desconfían de la excesiva participación popular en los ámbitos locales (Milicia Nacional) y provinciales; por lo tanto tienden a limitar la autonomía política de los Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales.

         Mejor organizados  y cohesionados doctrinalmente que los progresistas, los moderados tuvieron la mayoría parlamentaria desde las primeras elecciones del régimen de 1837. El apoyo social se basó en los grandes propietarios, mundo financiero, burgueses enriquecidos por la desamortización, aristócratas y generales. 
           Destacan políticos como Martínez de la Rosa o Narváez.
  
b) Los progresistas (liberalismo radical) se configuran en la década de los treinta. Frente a los moderados, insisten en el principio de Soberanía nacional como fuente de legitimidad y esperan que la Corona actuase como árbitro del juego político.

Defiende las libertades individuales frente al Estado y eliminar así las trabas que impedían la movilidad de las clases medias.

No defienden la democracia ni el sufragio universal masculino, pero son partidarios de una extensión paulatina y gradual del derecho a voto. En términos generales, propugnan la formación de una cultura y una sociedad más laicas (separación Iglesia-Estado).

Espartero, Mendizábal, Madoz y Prim fueron políticos progresistas. Su apoyo se basa en hombres de negocios, funcionarios, abogados  pequeños comerciantes y artesanos, generales, periodistas (profesiones liberales). Normalmente acceden al poder mediante pronunciamientos militares.

           Dentro del liberalismo, y a su izquierda, se sitúa, el liberalismo democrático. Se desarrollan a partir del Manifiesto de 1849 siendo una escisión de los progresistas. Grupo heterogéneo, defienden la radicalización de los principios del progresismo, y demandan los siguientes principios: La soberanía nacional plena, el sufragio universal masculino, la Milicia Nacional  y la autonomía y participación popular en el poder local y provincial., la aconfesionalidad del estado, tolerancia religiosa, enseñanza gratuita y un sistema fiscal proporcional a la riqueza. Su influencia política es escasa hasta los años anteriores a la revolución de 1868.
  

3. Las oposiciones al Sistema

La vuelta al trono de Fernando VII “El deseado” tras el fin de la Guerra de la Independencia supone el intento de restaurar el Antiguo Régimen: se anulan leyes y decretos de las Cortes de Cádiz y se reinstauran instituciones como la Inquisición. No hay que olvidar que, en este momento, estamos a nivel internacional en la Europa de la Restauración, un intento por parte de las monarquías continentales de olvidar las consecuencias políticas que supusieron la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas. Incluso, mediante un sistema de Alianzas (la Santa Alianza) y de Congresos periódicos, se decide intervenir en aquellos países donde se producen revoluciones liberales (así se acaba en España en 1823 con el Trienio liberal, con la llegada de “los cien mil hijos de San Luis” para reinstaurar de nuevo el absolutismo fernandino.

La “Década Ominosa” (1823-1833), etapa final de Fernando, no fue sin embargo totalmente reaccionaria, ya que la difícil situación económica provocada por los efectos de la Guerra de la Independencia y la independencia de las colonias americanas y, sobre todo, la necesidad de apoyo a su hija Isabel, hicieron que Fernando (y su viuda María Cristina) fuera poco a poco apoyándose en la alta burguesía y, por tanto, en los liberales más moderados.

Esto hizo que los defensores del absolutismo – y los que recibieron negativamente el liberalismo- se apoyaran, ya desde la enfermedad de Fernando VII en su hermano Carlos María Isidro, quien se autoproclama rey de España en el Manifiesto de Abrantes (octubre de 1833), a la muerte de Fernando. Nace así la gran oposición al liberalismo, el Carlismo, que desencadena  una guerra civil (primera guerra civil carlista) que enfrenta a los defensores liberales de la Regencia de Mª Cristina (cristinos, luego isabelinos) con los defensores de los derechos al trono de Carlos María Isidro: son los carlistas, antiguos ultrarrealistas y herederos del movimiento de los agraviats o malcontentos (1827) de la década ominosa que defendían el absolutismo.

            Políticamente el carlismo se caracterizó por un antiliberalismo militante que negaba el principio de la soberanía nacional y se definía  a través del lema “Dios, patria y rey”, y más adelante “fueros” por la defensa del sistema foral frente a la centralización y uniformización recogidas por el liberalismo. Pretenden la vuelta al antiguo régimen liderado por el pretendiente al trono don.Carlos (autoproclamado Carlos V).
           
       Socialmente, el carlismo fue un movimiento tan heterogéneo como el liberalismo. Sus grupos dirigentes provienen de la Iglesia, en su mayoría antiliberal, al no aceptar los principios liberales y las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos que suponían  la pérdida de privilegios en la Iglesia.

           El apoyo de la pequeña nobleza local y las oligarquías rurales, convencidos de que el liberalismo impondría  nuevas formas de jerarquía social que podían acabar con los fundamentos tradicionales de su poder en temas como los privilegios en materia de impuestos, el control de los ayuntamientos, la vinculación que aseguraba sus propiedades etc.

         El carlismo contó con el apoyo de sectores amplios del artesanado y del campesinado, y en este sentido adoptó la forma de una protesta popular y campesina, ya que muchos campesinos fueron expulsados de las tierras desamortizadas sin recibir tierras en propiedad, o bien se sintieron perjudicados por el nuevo sistema fiscal e impositivo liberal.

          Geografía del carlismo: El fenómeno carlista  fue más general en las provincias forales del Norte (País Vasco, Navarra) apoyado mayoritariamente por el campesinado y en otras zonas antiguamente forales: Aragón (Maestrazago), Cataluña, Valencia, Galicia o Castilla (en algunas comarcas).

jueves, 7 de febrero de 2013

Liberalismo

El concepto de liberalismo es uno de los más complejos para desarrollar en Historia de España. El título que se nos presenta para selectividad es "El Liberalismo (ideario y corrientes) y la oposición al mismo".

Ya os he comentado que se puede entender de dos maneras: como una recopilación de las ideas políticas de la etapa del liberalismo isabelino o como un análisis de la implantación y el desarrollo histórico del liberalismo  en la España del siglo XIX. En casi todos los sitios vais a encontrar el tema desarrollado como las opciones políticas y no tanto como un análisis de la historia del liberalismo en la España del XIX, por eso tenéis que tratar de hacer un compendio de las dos cosas para que os quede bien.

Aquí os dejo el tema tal y como lo han concebido dos compañeras vuestras (Fátima Bouzkri y Sara Sierra). Me parece bastante completo y claro y es una buena muestra hecha por vosotros, de vuestra cosecha. La visión de vuestras compañeras va más en la línea de la segunda opción para desarrollar el tema que os he comentado. Espero que os sirva de ayuda.


Los primeros vestigios de liberalismo en España vienen de manos de  José Bonaparte. Pero sus planes no son aceptados debido al comienzo de la Guerra de la Independencia, que consideraba a José I ilegítimo y pedía la vuelta de Fernando VII (el deseado).
En 1812 se redactará la primera Constitución de la historia española de carácter liberal en las Cortes de Cádiz, con la esperanza de utilizarla Fernando VII a su vuelta. El contexto que se encuentra Fernando VII a su vuelta es complicado, Napoleón ha sido derrotado y el liberalismo pasa a tener una concepción negativa, es decir, la vuelta al Antiguo Régimen será la mejor opción. Por una parte Fernando VII es presionado por los liberales para jurar la Constitución, por la otra la nobleza y el clero redactan el “Manifiesto de los Persas”, donde proponen la restauración del absolutismo. La Restauración se produce con ayuda de la Santa Alianza. Pero la situación tras la guerra es crítica y esta situación generará protestas contra el absolutismo.
En un intento de restaurar el liberalismo se producirán pronunciamientos militares (Riego), cabe destacar el de Cabezas de San Juan. Que dará comienzo a una nueva etapa, el trienio liberal (820-1823). Fernando VII ante la presión acepta la Constitución del 12, y las Cortes obtendrán una mayoría liberal (reformas como la supresión de señoríos, abolición de gremios...). A pesar del liberalismo se producirá una agitación antiliberal por parte de campesinos, nobles a iglesia (no acceso a la tierra) y también hay tensiones dentro del liberalismo (opción moderada/exaltada).
Toda esta situación llevará a otro periodo; la década ominosa (1823-1833).El absolutismo vuelve gracias a la intervención de la Santa Alianza con “Los Cien Mil Hijos de San Luis”, se realizarán reformas moderadas y amnistía. Sin embargo, la pérdida de las colonias hace necesaria la presencia de un sector industrial moderado (paso al liberalismo), y provocará la desconfianza de los Realistas.
En 1830 con el nacimiento de Isabel II, Fernando VII abolirá la Ley Sálica. De esta manera se crearán dos grupos. Los “Carlistas”, reclaman a Carlos como monarca y los “Isabelinos”, apoyan la decisión del monarca.
A la muerte de Fernando VII, Don Carlos se autoproclama rey provocando así el comienzo de la Guerra Carlista. El final de este conflicto se producirá mediante el pacto de Vergara (se conceden fueros a las regiones Carlistas).
El reinado de Isabel II se caracteriza por ser moderada en un principio, pero con el tiempo debe introducir un liberalismo más pleno. Pero antes de cumplir la mayoría de edad el poder estará en manos de la regente María Cristina.
El primer gobierno es absolutista (Francisco Cea Bermúdez), realizó algunas reformas. A causa de la insuficiencia de estas se produce un cambio, en esta ocasión De la Rosa con otro gobierno promulgó un Estatuto Real. A estas alturas comienzan a advertirse diferencias entre los liberales, los moderados  quieren la Constitución del 12 y los progresistas quieren una nueva constitución (crean Juntas Revolucionarias y actúan asaltando conventos).
Esto favorecerá la creación de otro gobierno liberal-progresista, con Mendizábal a la cabeza. Ejecuta la desamortización del Estado y creará un ejército contra los Carlistas. Ante las críticas y presión Mª Cristina reestablece la Constitución del 12 y forma un gobierno progresista (Calatrava). Éste crea una nueva Constitución en base a la del 12 y desmantelará el Antiguo Régimen. Los siguientes gobiernos serán mediante la alternancia de poder (moderados-progresistas buscando el equilibrio) a veces obligados, la eficiencia de ambos es nula.
Las opciones que presento el liberalismo son: moderados (Narváez, apoyo de nobleza y clero, defensa de la propiedad, control de la corona, poder iglesia...), progresistas (Espartero, apoyo burguesía, soberanía nacional, corona solo modera, menos poder a la iglesia...), unión liberal (O'Donell, término medio). A demás de la escisión de demócratas (rey) y republicanos (no rey).
Con la mayoría de edad cumplida comienza el reinado de Isabel II (1844-1868). La primera etapa se denominará década moderada (1844-1854), en esta se crea un nuevo estado liberal que da fin al Antiguo Régimen y se caracteriza por el centralismo, uniformidad y jerarquización. Su base ideológica es el liberalismo doctrinario (Narváez), pero por la inestabilidad dará paso a una nueva etapa: el bienio progresista (1854-1856). Esta etapa comienza con el pronunciamiento de Vicálvaro (O'Donell, unión liberal), entonces Isabel II lama a formar gobierno a Espartero. Se llevará a cabo una restauración de los principios progresistas, destaca la desamortización de Madoz y la ley del Ferrocarril. A pesar de todo estas actuaciones resultan ineficaces por una crisis de subsistencia producida por una etapa de sequía. Las revueltas por la crisis unidas a las discrepancias políticas hacen que Espartero dimita.
O'Donell aprovecha la situación para derribar el gobierno que se había fomentado, reprimir las protestas y hacerse con el poder.
Isabel II consciente de los conflictos que se producen por su mala gestión y ante la presión de unionistas, progresistas y demócratas, decide dimitir. Hecho que dará paso a una nueva etapa, el sexenio democrático.