Desde el mandato de los Reyes
Católicos el imperio hispánico se había extendido por gran parte de Europa y
América en los siglos XVI y XVII. Sin embargo, durante el reinado de Felipe IV
(1621-1665) se produjo una crisis en la monarquía hispánica debido
principalmente a los costes de la política exterior (el intento de solucionarlo
del Conde Duque de Olivares a través de la “Unión de Armas” creó incluso
conflictos internos, como las revoluciones de 1640 en Portugal y Cataluña). A
principios del siglo XVII comenzó la
Guerra de los Treinta años por motivos religiosos del Sacro
Imperio Romano Germánico, pero pronto participaron las mayores potencias
europeas ya que se fueron sumando motivos territoriales y políticos que
involucraban a más países, convirtiéndose en una guerra durísima que arrasó
todo el centro de Europa.
Este tratado afectó mucho al
imperio hispánico ya que se pasó de ser la mayor potencia europea a ser un
Estado en evidente decadencia: se reconoce por fin la independencia de las
Provincias Unidas de Holanda y se mantiene la sublevación en territorios como
Cataluña. Más adelante, España y Francia firman la Paz de los Pirineos (1659),
que supone la pérdida de Rosellón y Cerdeña. A partir de entonces, la
decadencia hispánica se pronunció. Hubo una disminución demográfica, una
depresión económica y una decadencia político-militar. Sin embargo, paradójicamente,
hay un gran desarrollo en las artes y las letras: es el Siglo de Oro español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario